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Niñez

El derecho a ser niño



lunes, 14 de septiembre de 2009

Primero Aprendo: Por el derecho a la educación de la niñez trabajadora

En nuestro país, uno de cada seis niños trabaja. Basta con caminar por la acera y verles ofrecer películas pirateadas, fruta, juguetes o ropa para ayudar al sostén del ingreso familiar. En total, tenemos a más de 288 mil personas menores de 15 años trabajando en la zona rural y urbana, niños y niñas que por efecto dominó continúan sosteniendo y perpetuando las condiciones de vulnerabilidad en las que han nacido.
El trabajo infantil es un círculo vicioso complejo y difícil de abordar, que afecta en forma negativa el derecho a la educación de los niños, niñas y adolescentes que lo practican. En su gran mayoría no asiste a la escuela por cubrir las necesidades primarias que, de generación en generación, no han sido resueltas por diferentes razones: pobreza, violencia intrafamiliar, procesos culturales excluyentes, permisividad social, falta de oportunidades, y vació o debilidad en las leyes relacionadas al problema, entre otros.
Desde el año 2004, Primero Aprendo es un proyecto que ha hecho esfuerzos y aportes para modificar la realidad de la niñez trabajadora en el país. Es un proyecto regional desarrollado en cinco países centroamericanos y República Dominicana, básicamente con la misión de impulsar el cumplimiento del derecho a la educación de los niños, niñas y adolescentes trabajadores en edad de 6 a 15 años, para asegurar que no abandonen sus estudios para ir a trabajar o se reintegren a la escuela si ya la han abandonado.
Primero Aprendo es financiado por el Departamento de Trabajo de los Estados Unidos de Norteamérica, y es ejecutado por CARE Internacional en asociación con Catholic Relief Services (CRS) y DevTech Systems; trabaja con los gobiernos de la región, actores clave y entidades civiles para reivindicar el derecho a la educación de la niñez trabajadora, convencidos de que la educación es el principal medio que permite a adultos, niños y niñas marginados económica y socialmente salir de la pobreza y participar plenamente en sus comunidades y en su desarrollo.
En Centroamérica se estima que 2.4 millones de niñas y niños trabajan. La población más afectada es la masculina, sobre todo en áreas rurales donde el trabajo infantil alcanza el 61% frente al 38% de la ciudad. A esto debe agregarse que, en promedio, unos 30 mil niñas y niños están involucrados en ocupaciones sumamente insalubres y peligrosas que ponen en riesgo su integridad, esas ocupaciones definidas como “peores formas de trabajo infantil” en botaderos de basura, fabricación de cohetes, corta de caña, extracción de curiles y explotación sexual comercial.
Recientemente se realizó un estudio regional para establecer una agenda de reformas políticas necesarias para atacar la raíz del problema como por ejemplo: fortalecer los sistemas de protección a la niñez para que tutelen el derecho a la escolaridad. Entre los hallazgos se destaca que la edad promedio de los niños trabajadores es de 12 a 14 años, las jornadas de trabajo son tan extensas en horas nocturnas o de madrugada que logran interferir con su educación. Por si fuera poco, no son remunerados o perciben bajos ingresos por la tarea y la mayoría de estos niños y niñas realiza faenas que ponen en riesgo su salud y desarrollo con lo cual contravienen las normas existentes. Si bien algunos menores se inician en el trabajo por un fracaso escolar, muchos otros fracasan en la escuela por la temprana inserción en este ámbito.
Primero Aprendo celebra la recién firmada “Declaración de Panamá”, pues representa un esfuerzo y compromiso político importante que marca las grandes estrategias que van a impulsar los Estados para la erradicación del trabajo infantil en la región. En un encuentro de Ministros y Ministras de Educación y Presidentes de las Conferencias Episcopales de América Central y República Dominicana, celebrado en agosto en la ciudad de Panamá, se reafirmó que “toda persona, niña, niño, adolescente o adulto tiene el derecho de acceder a una formación concebida para responder a sus necesidades educativas fundamentales, en el sentido más amplio y más completo del término”, manifestaron su preocupación por la creciente evolución de la problemática y asumieron darle una atención prioritaria en los países.
Se están dando muestras claras de buenas voluntades, hace falta que las acciones de los gobiernos, organizaciones de empleadores, trabajadores y otras instancias de la sociedad civil asuman la importancia de potenciar la educación como estrategia de combate eficaz al trabajo infantil.
En el mes de la niñez y adolescencia, el llamado es a la reflexión y a la acción, es necesario hacer cambios de políticas en todos los ámbitos y espacios de la vida económica, política y cultural del país, para proteger a los niños, niñas y adolescentes de la explotación económica y de la realización de tareas y actividades que puedan interferir con su desarrollo integral y con el bienestar que merecen.


Fuente:   Página Digital
 
 

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