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domingo, 11 de octubre de 2009

¿Lo intentaron alguna vez?

Basta con googlear las palabras villas miserias, acentamientos, chabolas, cantegriles o fabelas para que el buscador nos devuelva cientos de miles de imágenes que nos demuestran cómo viven millones de hermanos latinoamericanos. Estos lugares que muchas veces nos parecen algo natural y que siempre estuvieron allí, tienen su propia historia.
En el caso de la ciudad de Bs. As., los primeros acentamientos comienzan a conformarse antes del primer gobierno de Perón. Las primeras familias fueron llegando a las villas antes de 1943, fruto de la migración interna que se venía desplegando en el país. Esta última consistía en grandes movimientos de población desde el campo a la ciudad, debido a la apertura de distintas industrias que necesitaban mano de obra para realizar sus productos. Es así que estos acentamientos eneralmente se levantaban alrededor de estas fábricas y emprendimientos.
En los primeros tiempos, las ocupaciones de tierra en donde se construían las viviendas no tenían ningún tipo de organinzación y eran realizadas por familias y, a medida que iba pasando el tiempo, se agregaban grupos que provenían de los mismos lugares.
Para 1956, y a partir de un censo realizado, supimos que casi la totalidad de los hombres tenía un trabajo formal y que más de lal mitad provenía de otras provincias. En un censo similar que se realizó en 1960 seguía habiendo una gran población proveniente de otras provincias y comenzaba a aumentar la proporción de extranjeros. En esos años, las villas aumentan considerablemente su población creciendo, en promedio, un 30% anual.
Tal vez esto nos muestra lo equivocado que están aquellos que afirman que estos acentamientos son un reducto de delincuentes que no quieren trabajar.
Esto último es algo que se sigue sosteniendo hasta el día de hoy. En este sentido, basta con recordar los comentarios que circulan por los medios, machacando hasta el cansancio el aumento de viviendas con más de un piso. Cierto es que su crecimiento se debió a la falta de trabajo asociada al cierre de comercios y fábricas, fruto de las políticas sociales y económicas que se impulsaron en nuestro país durante la década de los '90. Se nota fácilmente como la desocupación crece en paralelo con el número de habitantes en estos acentamientos. En efecto, en 1991 las villas de la Capital Federal tenían 52.608 habitantes y la desocupación era del 4,4% y en 2003 los habitantes ascendieron a 108.056 y la desocupación a 17,9%.
Es por esto que tenemos que dejar de pensar que los que viven en estos varrios son personas que no quieren trabajar y empezar a preguntarnos porqué no pueden trabajar. Interrogarnos a cerca de la relación que existe entre lñas políticas impulsadas por los distintos gobernantes y el crecimiento de la indigencia, los déficit en la vivienda, la salud y la educación.




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